En la primera parte de mi historia te contaba cómo se desarrolló en mi infancia la pasión por el automóvil.
Ya, más adelante, siendo un adolescente y una vez que Emilio fundó su escuela de conducción, empecé a ir a cursos de la misma, para ayudar en aquello que se me solicitase, cambiar neumáticos, repostar combustible, lo que hiciera falta. El qué hacer, era lo de menos, lo importante era estar cerca de aquello que me gustaba, además, el estar ahí te permitía que, en tiempos muertos de pista, pudieses escaparte, y dar alguna vuelta, y de esta forma, aprendí a conducir, empapándome de todo lo que durante aquellos años escuchaba y veía en los cursos.
Al mismo tiempo pude ser testigo de todos aquellos pilotos que empezaban a dar sus primeros pasos en la escuela, y que posteriormente llegarían a ser estrellas de nuestro deporte, Carlos Sainz, Antonio Albacete, Alfonso García de Vinuesa, Jordi y Marc Gené, Pedro de la Rosa, o Fernando Alonso, muchísimos años más tarde.
La importancia de la Escuela de Pilotos Emilio de Villota ha sido vital para el desarrollo del automovilismo en España. Podría decirse, que prácticamente (con alguna excepción como no podía ser de otra manera) todos los pilotos españoles que han tenido resultados internacionales destacables en circuito han pasado o tenido alguna vinculación con la escuela.
Finalmente, y después de tantos años ayudando, en el año 1988, hice el curso en la escuela, y un año después comenzaría a dar mis primeros cursos como monitor.
Por aquella época, empecé a viajar con mi hermano Pablo y con algunos familiares que hacían sus pinitos en copas nacionales. Por otro lado, mi padre, muy alejado de los circuitos, desde los sucesos del año 1982, dedicaba gran parte de su tiempo libre, a la compra y restauración de coches clásicos deportivos. Tenía especial predilección por los Rolls Royce y los Porsche.
De esta época, viene la frase con la que empezaba esta historia. Recuerdo horas y horas de fines de semana con mi padre en el garaje de casa trabajando en los coches. Creo que si bien, mi hermano Pablo heredó la competitividad de mi tío Emilio, yo tuve más influencia en ese sentido de mi padre, es decir, me encantaban las carreras, pero me costaba digerir, los golpes y la chapa de las pruebas, quizás por ello yo no eran tan competitivo y mi experiencia siempre se limitó a poner en pista los coches que teníamos en competiciones y reuniones de clásicos deportivos donde las posibilidades de choque eran mucho menores.
Me podía gustar ir rápido en un circuito, pero se me revolvían las tripas solo de pensar que podía hacerle el mas mínimo roce al coche. Sin duda, son formas diferentes de entender el automovilismo. Lo que está claro, es que una persona como yo, jamás llegaría muy lejos compitiendo como piloto. Me encantan las carreras, me fascinan los coches, pero tengo una visión demasiado purista y caballerosa que no tiene cabida como piloto en un deporte como este.
Una vez terminados mis estudios, y ya entrada mi vida laboral, después de estar un par de años trabajando en una empresa de señalización y gestión de carreteras, empecé a trabajar en Hertz como franquiciado para el área de Benidorm.
Durante esta etapa, continué mi vinculación con la escuela de pilotos, lo cual me permitía seguir muy de cerca la competición, los pilotos que pasaban por la escuela, y ayudar en la medida de mis posibilidades a los familiares que estaban compitiendo en alguna categoría.
En el año 2004, dejo Hertz para incorporarme a trabajar con mi tío Emilio de Villota en un nuevo proyecto muy ambicioso que incluía aparte de la propia escuela que llevaba funcionando ya 24 años, la creación de un nuevo concepto de campeonato de Formula Junior, el Master Junior Formula.
Este campeonato, pretendía poner al servicio de los pilotos todo el conocimiento y experiencia de la escuela de pilotos durante el tiempo que llevaba funcionando. El resultado fue espectacular.
En primer lugar, era la primera vez que en España se hacía un campeonato monogestión, lo cual significaba, que nosotros como organizadores llevábamos la gestión de todos los monoplazas del campeonato, generando una reducción drástica en los costes del campeonato, en beneficio de los pilotos, que podían de esta forma optar a participar en un campeonato por la tercera parte de dinero que costaría si no fuese en formato monogestión.
Por si esto no fuera suficiente, se ponía a disposición de los pilotos, monitores de la escuela que actuaban con cada uno de ellos como coach personal. Era algo parecido a un campeonato-escuela y creo firmemente, que un piloto podía progresar en un campeonato de estas características muchísimo más que con cualquier otra modalidad de competición.
Desde un punto de vista personal, el Master Junior Formula constituye uno de los hitos más importantes de mi carrera profesional, y el haber podido ser el director de aquel certamen, algo que me hace sentir muy orgulloso del trabajo de todo el equipo de personas que hicieron posible aquel sueño convertido en realidad.
Además de mi tío Emilio y yo, la estructura de la Escuela-Master-Emilio de Villota Motorsport, tenía la suerte de contar con Isabel, María y Emilio Jr, 3 auténticos cracks que eran además de mis primos, hijos de Emilio.
Sinceramente creo que hacíamos un gran equipo, sobre todo, porque teníamos cualidades y personalidades muy distintas que no hacían más que sumar. Se puede decir que éramos lo más parecido a un clan, el clan de los Villota, y no me extrañaría que en los circuitos se nos viera de esa forma en el mejor sentido de la palabra.
Fueron unos años muy bonitos, toda una familia compartiendo una pasión juntos. No voy a decir que todo fuera un camino de rosas, pero fue una época especial. Posteriormente, Isabel, que era una fuera de serie, fue fichada por una multinacional farmacéutica para dirigir su departamento de comunicación, y María por su parte, como es de sobra conocido, llegó a ser la primera mujer española en ser fichada oficialmente por un equipo de Formula 1.
A medida que María fue progresando en su carrera deportiva, iba disminuyendo proporcionalmente su tiempo con nosotros, hasta un punto en el que la F-1 le requería el 100% de su tiempo.
El 3 de julio de 2012, fue una fecha que cambiaría para siempre nuestras vidas. María tuvo un terrible accidente en Duxford, Reino Unido, que sesgó de golpe todas sus ilusiones, así como su carrera deportiva. Un año y tres meses después, fallecía como consecuencia de las secuelas del accidente.
Aparte del duro golpe que supuso para todos nosotros, ya nada volvería a ser lo mismo. Mi tío Emilio dejaría toda actividad profesional para centrarse en la labor social que había iniciado María después del accidente.
De esta forma nace “El Legado de María”, que centraba sus esfuerzos en tres vías principales. Por un lado ayudar a las familias más desfavorecidas del área de Vallecas, barrio muy vinculado a la Familia Villota por distintas razones. En segundo lugar, la transmisión a través de conferencias en colegios de los valores más importantes que nos dejó María después del accidente y, por último pero no menos importante, conseguir recursos para la Fundación Ana Carolina Díez-Mahou que se dedica a ayudar a niños con enfermedades neuromusculares mitocondriales.
Una vez que mi tío abandonó toda actividad de carreras, decidimos entonces continuar su hijo Emilio, yo mismo y dos socios más, adquiriendo Emilio de Villota Motorsport. El equipo siguió funcionando ininterrumpidamente durante varios años más, hasta que recientemente lo vendimos a otro empresario relacionado con el mundo del motor.
Muchos viajes durante tantos años, muchos días lejos de la familia fueron algunas de las razones que me ayudaron a tomar la decisión. Fue entonces cuando se me ocurrió poner toda la experiencia adquirida a lo largo de toda una vida profesional dedicada al mundo del automóvil, al servicio de todos aquellos clientes potenciales como, esos novios que sueñan con un coche especial para sus bodas, o esas producciones que necesitan coches diferentes y singulares.
Ya está aquí para dar solución a esos problemas Coches Únicos by Nacho de Villota.